El candidato del PRI, para 2024
Los desastres no paran para el PRI y no es para menos, considerando que Alejandro “Alito” Moreno Cárdenas ya se la creyó que el gobierno de Estados Unidos lo va a proteger en caso de que las cosas se compliquen para él.
Nadie sabe si es ingenuidad o soberbia.
Los liderazgos del PRI se reunieron con él, por la mañana del 14 de junio.
Ahí llegaron personajes como: Claudia Ruiz Massieu, Carolina Monroy, Manlio Fabio Beltrones, César Camacho, Pedro Joaquín Coldwell, Beatriz Paredes, Roberto Madrazo Pintado y Humberto Roque Villanueva, así como el coordinador en el Senado, Miguel Ángel Osorio Chong.
Le dijeron que lo mejor sería que renunciara, pero Alito los despachó de un plumazo.
No solamente cree que Washington D.C. lo protege, sino que no sabe interpretar debidamente el cateo que agentes de la Fiscalía le hicieron a esa misma hora, en distintas propiedades suyas.
Falta menos de dos años para las elecciones presidenciales y no hay candidato priista que se vea preparado y con capacidad para competir seriamente.
Cada vez se escucha con mayor fuerza que el candidato de oposición será un personaje de la sociedad al que se le venda la idea de que puede echar a Morena de Palacio Nacional.
Al mismo tiempo, crece el rumor del chantaje.
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Nadie lo ha expresado en público, pero se dice que “Alito” está totalmente convencido de que no lo pueden echar del PRI porque siendo el administrador del 18 por ciento que el partidazo todavía representa en términos electorales, puede venderlo a López Obrador sin mayor problema.
Es evidente que el actual presidente del PRI tiene en su mente, argumentos suficientemente sólidos como para creer que es invencible y que es factótum para 2024, incluso acaricia la posibilidad de ser el candidato de una Alianza opositora. Está equivocado.
El panteón político del partidazo está repleto de personajes que pensaron lo mismo y terminaron recogiendo migajas.
Mal fario sobre un partido político que llegó a ser el paradigma de la disciplina y la lealtad por parte de su militancia y su dirigencia.
Ya ni eso.
De las anécdotas que se cuentan
El Banco de México (Banxico) tenía como expectativa para 2022, un crecimiento claramente optimista de 2.4 por ciento en la economía del país, pero no duró demasiado el sueño y el 1 de junio emitió un boletín en el que informaba que redujo su cálculo a un escenario puntual de 2.2 por ciento.
Y será menor cuando el próximo 23 de junio anuncie otra alza a las tasas de interés.
Sin embargo, a más de uno cimbró con su rango de expansión, de 1.6 a 2.8 por ciento. Puede inferirse que están preparando el terreno para anunciar en los próximos meses, otro recorte.
En su acostumbrado lenguaje, el Banco señaló que “el desempeño de la economía mexicana continuará siendo influido por el comportamiento de la pandemia, tanto a nivel nacional como internacional”.
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Pero eso no es todo: el Banco se remoja las barbas para 2023, señalando que habrá ajustes en la expectativa para el próximo año, como consecuencia de “disrupciones en las cadenas globales de suministro y fuertes presiones inflacionarias que han conducido a posturas monetarias más restrictivas, tanto a nivel mundial como en México, y a un deterioro en las perspectivas de crecimiento de la economía global”, en lo que será determinante el aumento a las tasas de interés.
Leyendo a detalle, hay otro tema en la mesa, para 2023, el Banco estimó entre 490 mil y 690 mil puestos de trabajo, cantidades menores al pronóstico previo de 510 y 710 mil empleos.
Sin hacer gestos, el Banco sigue en lo suyo respecto a la inflación, pronosticando que ésta cerrará 2022 en un 6.4 por ciento.
El único problema es que semejante cifra es 113.33 por ciento superior a su objetivo original, 3 por ciento.
Ante tales datos, solo queda una tranquilidad temporal.
Los técnicos siguen imponiéndose a las ocurrencias palaciegas en esa institución.
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