“Sonideros” contra la alcaldía Cuauhtémoc, se resisten a romper una tradición
La alcaldesa de Cuauhtémoc, Sandra Cuevas, le ha declarado la guerra a los sonideros después de desalojarlos con violencia del Kiosko Morisco donde desde hace 10 años se reúnen estos grupos musicales.
Y es que esta guerra comenzó desde que estos grupos llevan su equipo de sonido y organizan bailes abiertos al público con música variada, pero en este lugar vive la alcaldesa en un departamento valuado en 5 millones de pesos.
Ella afirma que el exceso de ruido ha provocado al queja de sus vecinos por lo que afirmó que después de sus primeras advertencia para que no se presentarán a decidido evitar a toda costa que se instalen cada domingo a colocar equipos de sonido y comenzar bailes.
Los sonideros respondieron a esta restricción y el pasado 19 de febrero un grupo protestó bailando frente al departamento de Sandra Cuevas, y derivó en el retiro con violencia de estas personas.
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¿Cuál es el origen de los sonideros?
De acuerdo a una investigación realizada por Ernesto Rivera Barrón y publicada en a Revista Interdisciplinaria del Instituto Nacional de Antropología e Historia, afirman que estas naces a partir de la necesidad de divertirse.
En la década de los 50 la Ciudad de México vivía bajo una transformación constante y la aparición de barrios y ello incluye el modo de divertirse.
Muchas fiestas terminaban en la misa y una comida en casa ya que las familias de escasos recursos no podían pagar un salón y una orquesta para la música, que en aquel entonces solo la clase alta tenía los medios para pagarlo.
Por ello empezaron a ocupar sus patios y a rentar un “sonido” para ambientar con música sus fiestas ya que esta tenia muchas ventajas: era menos costoso, música variada y popular de la radio del momento y se acomoda a espacios pequeños.
Los organizadores de estos eventos comenzaron a llamarse así mismos como “sonideros” y “con el uso del micrófono pasaron de únicamente poner discos a ser parte importante de la fiesta como maestro de ceremonia”. Con el paso del tiempo la popularidad de los sonideros creció al punto que la práctica invadió varias de las colonias de la CDMX.
*OC