Fue un 17 de diciembre pero de 1790 fue descubierta la misteriosa y enigmática Piedra del Sol mandada a hacer por el emperador Azteca Axayácatl 42 años antes de la conquista española y enterrada bocabajo en 1559 en la Plaza Mayor para evitar que reavivaran los ritos paganos.
Doscientos treinta y un años después, el 17 de diciembre de 1790, fue descubierta cuando se igualaba el suelo de la Plaza Mayor hoy Zócalo y construían ductos para las aguas subterráneas. De acuerdo a crónicas de Antonio de León y Gama “casi tocaba la superficie de la tierra y se veía por encima sin labor alguna.
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La Piedra del Sol se entregó a los responsables de catedral en forma temporal y seis meses después en agosto de 1791 el virrey Revillagigedo decretó se tomaran las medidas necesarias para garantizar su perpetua conservación.
Permaneció por casi cien años, en el exterior de la torre poniente de la Catedral Metropolitana; en 1887 se trasladó al Museo Nacional situado en la calle de Moneda. Fue colocada en la Galería de los Monolitos inaugurada por Porfirio Díaz.
El 27 de junio de 1964 se trasladó al Museo Nacional de Antropología, allí se situó en la Sala Mexica sostenida en una base de mármol en donde aún puede ser admirada.
La Piedra del Sol mide 3.60 metros de diámetro y 98 centímetros de lado, pesa 24 toneladas y de acuerdo a las investigaciones del INAH nunca fue usada como un calendario aunque existen muchas interpretaciones de los símbolos de la Piedra del Sol el INAH da una explicación en la placa donde se exhibe.
*OC